Si me miras a los ojos veras que no tengo, se han salido de tristeza, se han cansado de llorar, creo que se ahogaron en mi mar de lágrimas, creo que yo también me ahogue.
Si quieres que te cuente la historia tapate lo oídos o no podrás escuchar
Todo comenzó mirando la luna, aquella perla perfecta que nos ilumina en la oscuridad
Estábamos acostados en un gran prado del parque central, si, aquel que es tan peligroso, no se que nos motivo a correr tal riesgo, tal vez el amor que nos profesábamos el uno al otro, y tal vez queríamos ponerlo a prueba, no se.
Yo contaba las estrellas y el mis lunares, todo el ambiente estaba impregnado de eso que llaman amor, si lo se, se que repito constantemente que no existe, que mis oídos son sordos cuando me hablan de el, o será que ya no tengo oídos, pero aquel sentimiento era tan fuerte que no se como llamarle, quizás dolor.
Nuestros ojos no paraban de hablar, sentíamos como si todo el universo estuviera girando a nuestro favor par a que esa noche fuera perfecta.
De repente todo fue diferente, sentía que mi soledad se iba, me estaba abandonando aquella desgraciada, ni gracias me daba por toda la compañía que le hice.
Sentí temor, temor de estar tan enamorada que dolería hasta el alma.
Aquel dolor que es tan agradable al principio, pero que con el tiempo es inaguantable.
Siempre pensé que el ser humano no debería ser feliz, no se lo merece, y yo lo estaba siendo por un momento.
Pero como en toda novela, tiene que haber un nudo para poner más interesante la cosa, aquí viene; creímos que nuestro “amor” nos iba a proteger de todo peligro, que ilusos, no te parece.
Creer que algo o alguien nos va a proteger, que estupidez más grande.
Me acuerdo que iba en la estrella numero 300 o en la 1000 o en la 5, bueno el caso es que de repente llovía, pensé que nuestros cuerpos se iban a mojar con la suavidad dela brisa, seria mas perfecto aun, ya que necesitaríamos mas calor humano. Pero no era esa lluvia normal, hasta el momento no se que clase de lluvia fue esa, no he investigado, de todas formas si lo hago no se donde buscar, ya que no hay lugar.
Aquella brisa nos mojo tan fuerte que cada gota nos robaba una de sangre, cortaba nuestra piel, hería nuestro “amor”.
Pensé que este era el efecto de la causa de ser feliz, y me quede a recibir mi castigo.
El, corrió ha refugiarse en un techo cerca. Me dejo ahí tirada, sola, y sangrando amor.
No se si para ti sea este un feliz final, pero para mi si lo fue, ya que pude sentir y concluir que el amor no existe.
Y volvió a mi, mi gran amiga.
Soledad
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